Desde hace años existe en el espacio instrumentos con sensores para observar el cosmos en todas las demás frecuencias: radio, microondas, infrarroja, visible, ultravioleta y rayos X. Pero desde que en el año 2000 dejó de funcionar el observatorio Compton de rayos gamma –el equipo equivalente al Hubble en luz visible o al Chandra en rayos X-.
En respuesta de la NASA y sus instituciones asociadas en Francia, Alemania, Italia, Suecia y Japón -el Gamma-ray Large Area Space Telescope (GLAST)-, crearon un sofisticado aparato bautizado ahora como Enrico Fermi. Su costo alcanzó los 690 millones de dólares y se puso en órbita hace poco tiempo.
Las explosiones de rayos gamma fueron descubiertas cuando finalizaba la década de 1960 por satélites de espionaje de Estados Unidos. Los únicos eventos capaces de generar rayos gamma son muy violentos supernovas que explotan, estrellas de neutrones con fuertes campos magnéticos y cuestiones así de raras. Se cree que, cuando nace un agujero negro también hay estallidos de rayos gamma. El Fermi nos proporcionará claves para averiguar como se producen y también se espera que ayuden a comprender la materia oscura.
Se sabe que la atmósfera de la Tierra tiene la capacidad de absorber los rayos gamma, lo que impide que sean estudiados desde acá. Con su habilidad para barrer el cielo entero, cada tres horas, el Fermi captará hasta 200 explosiones al año. La historia muestra que cuando se abre la puerta a una nueva banda del espectro electromagnético, se pueden esperar grandes sorpresas.
El Fermi detectaran fotones con energías desde 8.000 hasta más de 300.000 millones de electronvoltios. Es decir, el telecopio atrapará fotones miles de veces más energéticos que los que se pueden ver con nuestros ojos. Pero la altísima energía de los rayos gamma supone un problema: son capaces de pasar a través de cualquier lente o espejo lo cual hace que sea muy difícil enfocarlos en un telescopio, por eso se recurre a la física subatómica.
Todos los días hay una explosión de rayos gamma en alguna parte del universo, pero no es fácil saber donde surgen exactamente. Lo interesante es saber que hay explosiones largas, de unos segundos, que provienen de las muerte de alguna estrella masiva y joven, pero también están las cortas, de unas fracciones de segundo.
Se cree que son la prueba de que existe un sistema de dos estrellas de neutrones que están acercándose una a la otra y que terminarán colisionando, generando así rayos gamma. Hasta hace poco se creía que se sabía todo acerca de las erupciones de rayos gamma, estaban asociadas con el centro de las galaxias y con las estrellas agonizantes. Pero entonces se encontraron esa otra clase de brotes de cortísima duración. Y por si fuera poco, se cree que existen otros rayos híbridos a medio camino entre los largos y los cortos.
El telescopio Fermi podrá detectar la formación de agujeros negros en las estrellas de neutrones, pero también en el centro activo de las galaxias.
Existen algunos investigadores que asocian los rayos gamma con la vida. Piensan que los efectos de una erupción gamma en la nebulosa que formó nuestro sistema solar fueron muy positivos. Según ellos, el hierro de la nebulosa absorbió los rayos gamma y formó grumos que se convirtieron en asteroides y después en planetas rocosos como el nuestro.
Los rayos gamma superenergéticos son los mejores representantes del universo extremo.
Fuente: Glasé
Nasa
Imagen: nasa.gov