Los enfermos del corazón o quienes sufren de várices son propensos o formar coágulos en sus vasos sanguíneos. Un corazón enfermo bombea la sangre de manera menos vigorosa, de tal modo que el flujo puede hacerse más lento. Esto aumenta la posibilidad de que se forme un coágulo dentro de él.
En las venas de las piernas, puede formarse por la presencia de várices que disminuyen el flujo sanguíneo. Para evitar las complicaciones derivadas de este trastorno, que incluyen el peligro de muerte prematura, los médicos comúnmente prescriben anticoagulantes.
Cuando una persona se corta, unas proteínas especiales de la sangre, llamadas factores de coagulación, actúan en conjunto con las plaquetas paro formar un coágulo o tapón. Es el sistema que tiene el organismo para protegerse de las hemorragias y no perder la preciada sangre.
Los anticoagulantes funcionan modificando los factores de coagulación, a sus interacciones o a ambos a la vez. Reducen la capacidad que tiene la sangre de formar coágulos, lo que previene que estos se originen. Este proceso podría llamarse “adelgazar” la sangre y es así como algunos especialistas lo conocen.
Los anticoagulantes deben ser sólo prescritos por el médico y bajo receta, por lo general el doctor los recomienda en los siguientes casos:
Ritmo cardíaco irregular: Quien desarrolla una fibrilación auricular (irregularidad del ritmo o arritmia) aumenta el riesgo de infarto cerebral. Existe mayor probabilidad de que se formen coágulos en una de las cavidades del corazón; estos se pueden fragmentar y viajar hacia el cerebro.
Válvula cardiaca artificial: La formación de coágulos es la complicación más frecuente y la principal causa de muerte en las personas con válvulas artificiales en el corazón. El que posee una, mecánica o de plástico, necesitará tomar anticoagulantes de por vida.
Enfermedad valvular cardiaca: Una válvula cardiaca estrechada o deformada suele producir agrandamiento de la cámara precedente a ella, lo que induce, en ocasiones, a la formación de un coágulo. Este puede fragmentarse y viajar hacia el cerebro, en un 10% a 20% de las personas con enfermedades reumáticas crónicas del corazón.
Endurecimiento de las arterias (aterosclerosis). En la oterosclerosis se forman depósitos de grasa en las arterias, lo cual lleva a la formación de placas. Si éstas se trizan, producen coágulos. Un coágulo que bloquea el flujo en una o más arterias puede producir un ataque cardíaco o cerebral.
También, provocar angina inestable (dolor torácico en reposo, lo cual es signo de advertencia de un infarto) o para cardíaco súbito.
La persona que ha sufrido uno de estos ataques permanece en riesgo de formar coágulos de sangre por varias semanas. A mayor edad o tamaño del infarto, mayor es el riesgo de formarlos dentro del corazón o en las venas profundas de las piernas.
Inflamación y coágulo en una vena de la pierna (trombo rebitis): La inactividad prolongada derivada muchas veces del reposo en cama durante una hospitalización, parálisis e incluso el sentarse por períodos largos (aquellos que trabajan en oficinas por ejemplo) puede producir tromboflebitis. Si ocurre en una vena profunda, el coágulo suele romperse y viajar hacia los pulmones produciendo embolia pulmonar.
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