Antes de entrar en materia, y de escribir cualquier cosa relacionada con nuestras Curiosidades Lingüísticas, he de pedir perdón a los presentes por publicar este artículo un día más tarde de lo acordado, ha ya seis semanas, para este tema. Pero al fin y al cabo sólo ha pasado un día, y no dispuse de tiempo ayer para escribir acerca del tema asignado, así que lo hago para hoy. Una vez dicho esto, vamos a hablar de lenguas, ¿acaso esto no consiste en hablar de lo nombrado?
Vamos a hablar hoy de un tópico literario que supongo que todos conocerán de una u otra manera, ya sea por haberlo estudiado en clase, ya sea por haber leído sobre él, pero que es algo conocido. Lo que no sé si será tan conocido por todos es a lo que hace referencia en cuanto a la pintura, que es de lo que vamos a hablar hoy, a medias con la lengua. El tópico del que hablamos es el que aparece en el título: el memento mori. Este tópico latino tiene su correspondiente traducción literal al español de “acuérdense de la muerte”. Lo que vamos a tratar hoy aquí, en breves palabras, es el origen de este tópico.
Si bien todos sabrán que el memento mori caracterizaba a un tema en la literatura según el cual el hombre tenía que pensar que en cualquier momento podía morirse, hay un motivo por todo eso. Es el siguiente: en Roma, el ejército estaba siempre en la parte exterior, haciendo guardia por si venían a atacar la ciudad. Pero había una costumbre tradicional, y era que cuando había un ataque peligroso y el ejército lograba proteger la ciudad, se hacía una especie de ritual que consistía en cruzar en un carro tirado por caballos blancos los famosos arcos de triunfo –de ahí el nombre de arco de triunfo, para honrar los triunfos–. Este carro lo ocupaba siempre el emperador, y el estar subido a ese sitio hacía que se le diera el reconocimiento de un dios. No obstante, aunque se reconociera al emperador como un dios, éste sabía que no lo era, y si se le olvidaba, tenía a alguien que se ocupaba de ello. Este alguien era un criado que iba siempre junto al emperador en el carro y que estaba todo el camino susurrándole al «memento mori», para que el emperador no se olvidara de que podía estar lleno de vida y al siguiente paso que diera, morir. Es decir, hay que tener siempre presente la muerte, porque nunca sabemos cuál va a ser el momento.
Esta expresión se ha propagado a todo tipo de artes. Por ejemplo, a la pintura. La pintura tiene un tema que se llama igual que el tópico nombrado, y que consiste en la plasmación de una calavera en medio de un cuadro que no tiene por qué guardar alguna relación con la muerte. Pueden aparecer dos hombres hablando en un bar, por poner un ejemplo, y estar la calavera pintada en una esquina del cuadro, advirtiendo de que hay que tener presente la muerte. Supongo que muchos habrán visto obras de arte en las que se aprecia una calavera que nada tiene que ver con el tema principal del cuadro. Este es el motivo.
Espero que les haga gustado la curiosidad lingüística de esta semana, aunque más bien lingüística haya sido cultural, pero podríamos meterla dentro del tema que englobamos.
Nos veremos, si la lengua nos lo permite, dentro de una semana, jueves a ser posible.