Aunque no lo crean, los tics afecta alrededor a 50 de cada 1.000 niños antes de la adolescencia y se considera el trastorno del movimiento más habitual en la infancia.
Los tics aparecerán entre los 6 y 10 años y son tres veces más frecuentes en varones que en nenas. En la mayoría de los casos resultan benignos y su intensidad suele variar a lo largo del tiempo.
En otras ocasiones, el movimiento se complica y los afectados dan saltos sin motivo aparente, se golpean a sí mismos, olfatean objetos o repiten involuntariamente gestos obscenos.
La cuestión resulta aún más complicada cuando varios tics crónicos se combina con un trastorno obsesivo compulsivo y con la hiperactividad. Es lo que le sucedía a la Marquesa de Danpierre una mujer de la nobleza del siglo XVIII que vivió hasta los 85 años de edad confinada y atormentada por los indomables tics en muchas partes de su cuerpo. Aunque su caso apareció publicado en 1825, no fue hasta 60 años más tarde cuando el neurólogo francés Georges Pilles de la Tourette lo reconoció como enfermedad, bautizándola síndrome de Tourette.
Sea cual sea el tipo de tics, la raíz del problema parece residir en una serie de circuitos cerebrales que son los encargados de programar y controlar nuestros movimientos e inhibir acciones no deseadas, como decir malas palabras repetidas veces. Gracias a las modernas técnicas de neuroimagen, los científicos han identificado que el centro neurológico hacia el que convergen todas las órdenes de este sistema son los llamados ganglios basales, simulados al pie del encéfalo.
Se generan cuando la conexión falla, posiblemente debido a una sobreproducción de la neurotransmisores que liberan las neuronas de la zona. A lo que se suma que a través de los ganglios basales discurren circuitos procedentes de la corteza cerebral que están relacionados con las emociones y sensaciones, lo que explicaría por qué quienes padecen el síndrome de Tourette sufren continuos episodios de irritabilidad agresividad o impulsividad.
Decididos a poner fin a los tics nerviosos, un grupo de científicos del Baylor Collage of Medicine en Houston (Texas – Estados Unidos) han recurrido a la aplicación de pequeñas descargas en la zona cerebral sobreactivada. Es lo que se conoce como Estilumación Cerebral Profunda. Aunque aún está en fase experimental, el procedimiento parece efectivo, sobre todo en casos muy graves.
Entre otras posibles causas de los tics se barajan los problemas metabólicos. Un claro ejemplo es el Síndrome de Hallervoden – Spatz, una enfermedad que se debe a un metabolismo anormal del hierro en el cerebro y origina lesiones en los ganglios basales.
Hasta el momento no se conoce la causa última de los tics. La idea actual es que los tics ocurren a partir del interjuego entre factores genéticos, ambientales y psicosociales de riesgo que determinan alteraciones tempranas (en el útero o perinatales) en el desarrollo de las vías neurológicas implicadas en los sistemas formadores de hábitos o conductas repetitivas inconscientes. No en vano está comprobado que los tics aparecen fundamentalmente en situaciones de estrés, ansiedad y fatiga. A lo largo de 10 años de investigación se puede observar la influencia de los factores psicosociales en los tics.
La buena noticia es que la mayoría de los casos se resuelve espontáneamente antes de los 17 años.
Los especialistas recomiendan tranquilizar a los menores, no culpabilizarlos, restarle presión en sus actividades y enseñarles técnicas para afrontar el estrés de la vida diaria. Por regla general, esta estrategia es suficiente y la mayoría de las personas afectadas por tics o por el síndrome de Tourette no necesita medicamentos.
Aunque los fármacos no resuelven el problema suelen aliviar los síntomas y pueden reducir los tics hasta un 80 por ciento. En el tratamiento de los tics no hablamos de cura, habamos de estrategias psicológicas que ayudan a controlarlos. Se realiza un listado de los tics y se los ordena de los más molestos a los menos molestos para el paciente. Luego se estudia en detalle cada uno de los tics y se le enseña como inhibirlos o bien resistir las sensaciones premonitorias sin tener que ejecutar un tic.
El día que conozcamos en profundidad lo que se esconde detrás de los tics habremos dado un paso trascendental para entender el alma humana.
Fuente: Tourettes News
Imagen: eliceo.com