Grandes transformaciones sufriría la Tierra si de un día para el otro la luna desapareciera. Sin embargo, esto es poco probable. Lo que sí ocurre en la actualidad, es que la luna se aleja del planeta Tierra casi cuatro centímetros por año. Esto quiere decir que, millones de años hacia el futuro, el satélite natural se encontrará tan alejado que su incidencia en nuestro mundo será prácticamente nula, fenómeno que traerá aparejado, inevitablemente, modificaciones climáticas significativas.
Quizás, la consecuencia más superficial, al desaparecer la luna, sea el aumento de oscuridad durante las noches. Esto provocaría que a ciertas especies de plantas y animales, acostumbradas a determinado ecosistema, les resulte mucho más difícil sobrevivir, mientras que otras directamente se extinguirían. Muchos organismos se verían obligados a adaptarse para no desaparecer ya que la relación con el período lunar dejaría de existir.
Más alarmante que la falta de luz nocturna es el desequilibrio que se generaría en la órbita que transita la Tierra. Una parte de la comunidad científica asegura que nuestro planeta cambiaría el desplazamiento actual que mantiene en el sistema solar y afirma que el futuro movimiento no puede ser determinado con antelación sino que habría que esperar que la luna desapareciera para hacerlo. Si esto sucede, se dice que el cambio climático sería de una magnitud tal que la Tierra pasaría a ser un lugar no propicio para la vida. Esta explicación tiene su fundamento en la idea de que el planeta conformaría una trayectoria elíptica, la cual establecería seis meses de temperaturas elevadas, con calores sofocantes, y seis meses de temperaturas muy bajas, con un frío que congelaría a todo ser vivo.
Sumado a estas modificaciones se encuentra el hecho de que las mareas tenderían a la desaparición. Es conocida la relación de las mareas con la luna. Si bien en este aspecto también influye el sol, es la luna quien tiene mayor incidencia. Como consecuencia de la falta de luna, los ecosistemas marítimos se verían sumamente afectados, muchos morirían rápidamente, otros tardarían un poco más, pero en definitiva serían pocas las especies que sobrevivirían a semejante transformación. Además, al modificarse las corrientes oceánicas, el clima de la Tierra sufriría un cambio drástico.
La desaparición de la luna no es fenómeno que ponga en amenaza la vida en el planeta Tierra ya que es muy difícil que el satélite natural deje de existir. Tendría que darse una situación extraordinaria como, por ejemplo, la colisión entre la luna y algún meteoroide de inmenso tamaño que haya perdido su rumbo. Sin embargo, es un hecho que la luna se aleja de nuestro planeta día a día, aunque para que esto afecte al planeta tienen que pasar millones de años.