Las colonias griegas se encontraban diseminadas a lo largo de la costa del Mediterráneo, desde Francia hasta Asia Menor. Muchas de las colonias griegas fueron más ricas que las ciudades “madres” del continente y además fueron cuna de muchos sabios y científicos. El vínculo que unía a las colonias con las ciudades del continente estaba constituido por una lengua y un modo de vida común entre ambas.
En la actualidad, Grecia conforma la parte continental y las islas que la rodea. Pero en la antigüedad había ciudades griegas en lugares más alejados como la costa del mar Negro, Sicilia y el sur de Francia. Los primeros griegos que partieron para colonizar otras tierras, lo hicieron en la época en que los micénicos estaban siendo derrotados por los invasores llegados del norte, los dorios. Después las colonias se juntaban porque la población del continente aumentaba tanto que los campos de la zona ya no daban abasto para alimentar a todos.
Las expediciones coloniales empezaban con una visita al Oráculo de Delfos. Allí se consultaban a los sacerdotes acerca de un buen sitio para establecer la nueva ciudad y sobre las formas de culto que debían realizarse. Esto era muy importante ya que los colonos no podían esperar tener exitosos el buen augurio de sus dioses.
Una vez que habían elegido el lugar, compraban semillas de cereal y animales domésticos y adornaban los barcos que los llevarían a su nuevo hogar. A veces los colonos sometían a los nativos de las tierras a las cuales arribaban.
La nueva ciudad habría de construirse según los modelos griegos, o sea con una colina fortificada, la acrópolis. En el centro de la ciudad se levantaría la plaza del mercado, el ágora, y un templo dedicado al dios patrono. Rodeando la ciudad se extenderían los fértiles campos que proporcionarían alimento suficiente para todos, y de ser posible, también para enviar a la Grecia Continental.
Por lo general la colonia mantenía un vínculo estrecho con la ciudad principal de la cual provenían sus habitantes, pero era independiente y tenia leyes y gobiernos propios.
Las primeras ciudades griegas del Asia Menor fueron construidas por los que huían de los invasores dorios. Estaban situadas en fértiles valles junto a la desembocadura de los ríos, de modo que no tardaron en prosperar. Pero tenían una gran falla: era difícil defenderlas de los poderosos imperios asiáticos.
El sur de Italia y la Isla de Sicilia también fueron colonizadores: allí las ciudades griegas crecieron ricas y poderosas, pero finalmente cayeron bajo el poder de Roma.
Ya fuera en el Asia Menor, en la Grecia continental, en el sur de Francia o en el Norte de África, todos los griegos llevaban más o menos la misma forma de vida: habitaban el mismo tipo de casas, hablaban la misma lengua y también adoraban a los mismos dioses. Sobre todo, tenían las mismas costumbres y tradiciones.
De esta forma, los griegos de toda la región del mar Mediterráneo tenían mucho más en común con los otros griegos que con sus vecinos no griegos.
Para más datos sobre la historia griega podes consultar en Grandes Civilizaciones – Historia Griega
Imagen de las colonias griegas
muy lindo
Clara, muchas gracias por tu comentario :))
Saludos
Leticia