Los ganglios se encuentran localizados en los vasos linfáticos y son estructuras nodulares que tienen la característica de ser pequeños, de forma redondeada y encapsulada. Estos abultamientos, cumplen la función de defensa frente a todo tipo de infección. Cada uno de ellos contiene un conjunto de glóbulos blancos específicos que son llamados linfocitos (células de mucha importancia para el sistema inmunológico). Estos glóbulos son los encargados de producir anticuerpos y destruir las células anormales que se presentan, como respuesta a la preservación del organismo.
Todos los órganos del cuerpo están drenados por ganglios, pero existen algunas zonas en donde se notan más: en la parte posterior y anterior del cuello, atrás de las orejas, en la ingle y en las axilas. Habitualmente, cuando no hay patologías ni infecciones, no son palpables en el cuerpo adulto. En cambio, en los niños, en ocasiones pueden observarse a simple vista. Muchas veces esta situación es vivida por los padres como motivo de preocupación, lo que los lleva a consultar a pediatras, a pesar de ser considerado un rasgo normal de la niñez, debido a que el sistema linfático es de mayor tamaño que el de los adultos. Con el pasar del tiempo el tamaño del sistema se va reduciendo, a medida que el tejido involuciona.
Es común palpar en el cuello de los niños pequeñas bolitas móviles. Si no presenta ningún tipo de dolor, el niño no contrajo fiebre y la piel no está inflamada, no es una cuestión de la cual preocuparse ya que no se trata de una enfermedad. En el caso de presentarse algunos de los síntomas anteriormente mencionados, hay que estar alertas ya que puede ser motivo de preocupación. No necesariamente será de gravedad como lo sería una infección viral (la cual presenta a todos los ganglios inflamados), sino que pueden presentarse como producto de un golpe en la zona, una otitis o un resfrío, por ejemplo. En cualquiera de los casos, es siempre recomendable consultar la situación con un médico especialista.