Hoy nos basamos en nuestro séptimo artículo sobre curiosidades lingüísticas en uno de los fenómenos de la lengua que, quizás, están más a la orden del día, como suele decirse, o sea, los que más habitualmente se producen entre los hablantes de habla hispana. Este fenómeno es la Metátesis.
La metátesis, procedente del griego “metázesis” –que significa en castellano algo así como “transposición”–, según el diccionario de la Real Academia Española de la lengua, es un “cambio de lugar de algún sonido en un vocablo”. Es un fenómeno que tanto se produce en la gramática como en el habla coloquial.
Recuerdo una situación, hace unos once o doce años ya, en la que había una persona que se llamaba Gabriela. Aquí se producía uno de los primeros casos que he visto en mi vida del fenómeno que estamos tratando, pues los vecinos de aquella barriada la llamaban “Grabiela”. Este cambio en la letra erre es el que origina el fenómeno llamado metátesis. Evidentemente, cabe decir que las personas que vivían por aquel barrio eran personas mayores, de sesenta años las más jóvenes, por lo que la mayoría no tenían estudios, así que es perfectamente comprensible ese cambio de sonido.
Pero hay más casos particulares y, por cierto, cercanos a mí, que cometen errores de este tipo en el habla. Por ejemplo, confundir la palabra “murciélago” con “murciégalo”. En origen se creía que el animal se llamaba murciégalo por su etimología, pero en realidad el animal se llama murciélago. Este tipo de error lo suelen tener los niños de edad más temprana, que hace poco tiempo que han comenzado a hablar y emiten los sonidos tal como a ellos les parece que son. No obstante, se ha llegado incluso a aceptar el término “murciégalo”. Si buscamos esta palabra en el diccionario de la RAE, nos llevará automáticamente a la original, pero reconocerá esta palabra. Igual que esa palabra, también tenemos el ejemplo de la expresión “desternillarse de risa”. Esta expresión suele confundirse habitualmente con “destornillarse de risa”, lo cual no tiene mucho sentido en su significado, pero en el sonido tiene gran parecido. Es un dato curioso, pero mucha gente comete este tipo de errores.
Por poner otro ejemplo, recuerdo otra situación de cuando yo era niño. Siempre, para añadir un detalle algo más personal que viene acorde a este ejemplo, me gustó la famosa película Parque Jurásico. También las dos que la siguieron. Y en aquella época yo andaba por educación primaria más o menos. Les comenté a mis amigos de entonces que me gustaba mucho esa película, y les propuse la idea de jugar a que éramos dinosaurios. Un juego que se les ocurre a muchos niños. El problema vino cuando un amigo me dijo “venga, vamos a jugar al Parque Surájico” –no es broma, lo pronunció así–. Curiosamente, yo nunca he tenido ese tipo de errores, y por eso me enfadaba cuando mis amigos decían esa expresión. Entonces me daba cuenta de que había ciertas palabras que la gente confundía, y hace unos años di con el fenómeno que os he comentado.
Nunca se sabe, la verdad, cómo va a llegar a enterarse uno de ciertas cosas, de ciertas curiosidades, pero cuando llegan, te hacen recordar momentos de oro.
Espero que les haya gustado la curiosidad lingüística de esta semana. Estoy seguro de que ahora que conocen qué es la metátesis, sabrán identificarla en los hablantes de su contorno.
Un saludo a los lectores.