Bienvenidos de nuevo a las Curiosidades Lingüísticas de los jueves en Blog Curioso. Tenía preparado un artículo sobre ciertas curiosidades relativas a la lengua, como siempre griega o latina –porque es de ahí de donde vienen la mayoría de las curiosidades relativas a la lengua, o al menos de donde suelen venir en casi todos los casos–, pero he recibido algunos comentarios en artículos anteriores y quisiera hablarles hoy de ese tema.
En un artículo anterior, llamado Vienes sólo o vienes solo, referente a la tilde de algunas palabras, que cambian por completo el significado y dan la triste noticia a algunos estudiantes de suspender los exámenes a causa de esas pequeñas rayitas que deben ponerse pero que no se ponen, en ese artículo, decía, he recibido hace unos días un comentario que ponía, hablando sobre el mismo tema de las tildes, el ejemplo de las palabras «este» y «esta», que también pueden o no llevar tilde, y parecer una u otra cosa. Estas dos palabras, por cierto, tienen mucho más juego que el «sólo» y el «solo», porque tienen más variantes. Y como alguien me comentó sobre eso, quisiera aclararle unas cuantas cosas que, además, me han resultado curiosas al leerlas en la web de la RAE.
Las palabras «este» y «esta» pueden o no llevar tilde, y dependiendo de dónde esté la tilde puede significar una cosa u otra. El ejemplo que ponía el chico aquel es algo parecido al uso de los pronombres. Si decimos, por ejemplo: «Este muchacho no viene con nosotros», la palabra “este” es un determinante y, como tal, acompaña a un sustantivo; en cambio, si decimos «éste viene conmigo», nos podemos estar refiriendo al mismo muchacho, pero hemos sustituido el sustantivo por un pronombre, el “éste”. Pues bien, con respecto a eso hay algo más que decir, y es precisamente lo que me ha resultado curioso.
Ya antes había leído algo sobre eso, pero creía que no era completamente cierto. Dice la RAE que si ese pronombre –“éste”– sustituye a un sustantivo que se ha nombrado anteriormente –como, de hecho, sustituye– tiene que llevar tilde, porque entonces podría confundirse con un determinante; pero en cambio, si el sustantivo al que nos queremos referir (el muchacho) no puede confundirse con otro –como ocurriría, por ejemplo, si hablásemos de un muchacho y un adulto–, el pronombre no tiene por qué llevar necesariamente la tilde. Es decir, podríamos escribir perfectamente, para referirnos a «este muchacho viene conmigo», esto: «este viene conmigo». Es un caso que nos puede resultar extraño, pero es frecuente. Por ejemplo, Umberto Eco, en su novela El nombre de la rosa, utiliza esta regla muchísimo. Elvira Lindo, por poner otro ejemplo, dice en Una palabra tuya lo siguiente: «Ese era su destino en la vida, hacer todo aquello para lo que los demás se sentían incapacitados» (booket, página 97). Ahí está utilizando la escritora la misma técnica.
Sin embargo, ese uso puede excluirse al escribir y utilizar siempre los pronombres con su tilde, sin que ello ocasione ningún problema. Espero haber despertado la curiosidad del chico que me comentó en aquel artículo.
Por su parte, también ocurre lo mismo con «esta», exactamente lo mismo. Y con ambas palabras también se pueden formar verbos, como es el caso de «está» y «esté», pero de eso ya no hace falta hablar aquí hoy, porque se trataba de la curiosidad de la tilde. Para que vean cómo es de enredado a veces el castellano, y precisamente por eso, también tan elegante. Al menos, eso me parece. Qué menos si es nuestra lengua.
Nada más por hoy. Espero sus visitas dentro de una semana. Si hasta la fecha no se han recogido nuevos comentarios que den para hablar sobre ellos, comentaré nuevas curiosidades. Hasta entonces, pasen una buena semana.