Buenas tardes a todos. Una semana más, volvemos a hablar sobre nuestra lengua. La semana pasada no fue posible escribir nada sobre este tema por motivos de muy diversa índole. Les pido disculpas. Pero hoy volvemos a la carga con la decimonovena entrega de esta sección de Curiosidades Lingüísticas.
Para hoy traigo una nueva curiosidad basada en textos medievales. No exactamente en los textos, sino en un detalle que aparecía en éstos. Se trata de la cuestión relativa a las “miniaturas”. Todos conocemos qué es una miniatura, ¿no? Todos sabemos que se trata de una figura o un dibujo muy pequeño, mini, que se dice a veces. Pero eso es lo que se sabe por lo general. Lo que no se sabe es el origen de esta expresión de miniatura.
Las miniaturas no se llaman así exactamente porque sean “mini”, puesto que decir esa palabra conlleva conocer la anterior. El motivo real por el que se conocen esos dibujos pequeños o esas figuras minúsculas (ojo también con esta palabra, minúscula) como “miniaturas”, es el siguiente: en los textos antiguos, medievales, se escribía, entre otras, con tinta de «minio», una tinta de color rojo que servía para los encabezados, y que más adelante paso a formar parte de los materiales utilizados para pintar retratos pequeños. Pues bien, esos retratos pequeños, que se llaman retratos en miniatura, son los que hoy conocemos como miniaturas. Pero el término “miniatura” deriva directamente de ese nombre de pintura, minio. A su vez, por cierto, la pintura de minio tiene su origen en el río español Miño, en el norte de España, de donde se extrajo por primera vez el material. El minio es tetróxido de plomo, también conocido como plomo rojo.
Hoy en día, evidentemente, conocer el origen de esa palabra no es ni mucho menos necesario, pero resulta curioso saber cómo damos nombres a muchas cosas, y sin embargo no sabemos por qué conocemos esos nombres. Si piensan en cómo puede llegar a sonar una palabra, cualquiera de nuestra lengua, repitiéndola varias veces y concentrándonos en si en realidad hay algo de lógica en sus sonidos, llegaremos a cuestionarnos si de verdad la relación entre esos sonidos de una misma palabra tienen sentido. Sí lo tienen, pero llegamos a cuestionarnos sobre esos asuntos. Las miniaturas, decía, son esos retratos o figuras de tamaño muy pequeño que tienen su origen en ese tipo de pintura utilizada para escribir en los manuscritos medievales.
Pues hasta aquí la nueva Curiosidad Lingüística, la número 19. Ya nos acercamos al veinte, para la semana que viene habremos cubierto dos decenas de entregas en esta sección, lo cual resulta verdaderamente interesante: sabemos así que hay tantas curiosidades en nuestra lengua, y muchísimas que quedan por comentar (y por descubrir también), tantos datos que nos resultan interesantes, que podemos esperar incluso nombrar la entrega número 50, y ojalá lleguemos al centenar. De vosotros, y de mí, depende.
Espero que les haya gustado el artículo de esta semana, si bien no es demasiado intenso como otros anteriores, pero no necesariamente debe ser algo intenso para ser interesante. Volveremos a hablar de nuestra lengua dentro de una semana, que pasará, seguramente, volando. Pasen buena semana.