Aunque ahora existe el DVD, el disco compacto sigue siendo el medio popular de grabación tanto para música como para video e información variada, su bajo costo, su amplia disponibilidad y sobre todo su larga duración hacen de esta invención una de las más importantes del siglo XX.
Desde la década del 90 el mercado de producción y venta de CDs ha crecido exponencialmente, llegando a crifras de millones de unidades a partir del 2,000.
Entre las cosas curiosas que puedo mencionar están por ejemplo que si los puntos de información binaria que caben en un disco compacto tuvieran el tamaño de un grano de arroz, podrían llenar el Coliseo de Roma. Otra de las cosas curiosas es que si comparamos un disco de vinilo con un CD en lo relacionado al punto de almacenaje de información, podemos ver que en el primero la separación entre surcos es de 0.1 milímetros, espacio que en un disco compacto o CD permite almacenar hasta 200 veces más información.
El auge del disco compacto y su implantación en todo el mundo se deben, principalmente, a la alianza firmada entre los dos grandes del sonido Sony de Japón y Philips e Holanda. Para lanzar al mercado un solo sistema estándar. Ambas compañías habían llegado por separado a una tecnología similar antes de 1979, pero se dieron cuenta de la necesidad de unir esfuerzos para que no se duplicaran los sistemas de reproducción (como sucedió, por ejemplo, con el video).
Esta curiosa alianza de unificación o como yo le llamo “una simbiosis tecnológica”, fue llevado a cabo por los ingenieros Joop Sinjou (de Philips) y Tada Doi (de Sony), quienes incluso decidieron utilizar un logotipo común para identificar los discos compactos, el conocido símbolo de “Compact Disc”.
Una manera poco convencional de promover este invento fue la adoptada por estas dos compañías. Al regalar a Herbert Von Karajan (un famoso director de orquesta de la época), un lector de CD (el primero), antes de que saliera a la venta; así este artista lo probó y quedo tan satisfecho que se convirtió de hecho en uno de los más animosos defensores de esta nueva tecnología.
Los discos compactos pesan tres gramos y tienen un diámetro de 11,5 centímetros. Los datos o sonidos se graban en pistas, que contienen entre 2.000 y 15.000 rugosidades, llamadas pits. En realidad, son pequeñas protuberancias que el láser interpreta como «1» y «o» (el famoso lenguaje binario), dependiendo de si son cóncavas o convexas.
El disco compacto está formado por varias capas superpuestas: La primera es un molde de policarbonato, un material transparente que se funde a 3,000 grados C; la segunda es una capa de material pulverizado, fina película de aluminio que se adhiere a la primera. Ahora para protegerlo e incrementar su durabilidad se agrega una tercera capa, la cual está compuesta por un barniz transparente de laca acrílica que sella y protege el disco compacto. Por último existen dos últimas capas, en que se alojan las pistas con los relieves o pits que es donde realmente se almacena la información. Cada pit mide 0,5 micra de ancho y 0,11 micras de alto, invisibles al ojo humano.
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