El inicio turbulento de la expansión romana

A mi entender y según he podido deducir de textos históricos, la expansión de Roma tuvo dos alicientes. El primero de ellos fue sin duda, la liga que formaron con los latinos, con lo cual, al menos por un tiempo la ciudad ya no tendría esa amenaza “ad portas”; el segundo es la toma de la ciudad fortificada de Veyes, que como ustedes deben saber, era el corazón del poderoso y misterioso imperio Etrusco.

El problema con la ciudad Etrusca de Veyes se inicio por unas disputas acerca de la propiedad de las salinas cercanas a las colinas y la vía salaria (la cual estaba conformada por el Tíber), para que se enteren un poco, la sal era curiosamente en los tiempos antiguos, considerada dentro de la categoría de moneda corriente, era casi equivalente al oro y su posesión permitía dominar una parte del comercio y obtener otros bienes foráneos por medio del intercambio comercial.

Al final de cuentas la ciudad de Veyes fue conquistada por el general romano Camilo, después de un asedio que, resultó bastante largo y penoso tanto para Romanos como para Etruscos; con esta conquista Roma amplio sus tierras conocidas como el “ager romanus” a mas de 1,500  kilómetros cuadrados. Esta ampliación por la fuerza, no sólo aumento la riqueza, sino que trajo un alivio social, permitiendo obtener más tierras cultivables para los romanos, principalmente el pueblo agotado ya bastante por las guerras y las luchas internas entre patricios y la creciente oligarquía.

La conquista de Veyes, dio a Roma prestigio, y por supuesto “asusto a sus vecinos”, la convirtió en una ciudad digna de respetar y la más poderosa del Lacio y de Italia central. Sin embargo no todo era color de rosa en la vida del naciente imperio, en el horizonte aparecieron nubes de tormenta, y la tormenta vino en la forma de los temibles guerreros del norte de origen celta conocidos como Galos.

Los Galos, un pueblo con costumbres tribales originario de la actual Francia, se trasladaron a Italia en el 400 a.C. y ocuparon las llanuras del río Po. Estas tribus conformadas por insurbios, boios, senones y cenómanos, se enfrentaron a los etruscos, batallas terribles se vieron en los territorios  entre la actual Liguria y Venecia. De ahí los galos, una vez se alzaron vencedores, comenzaron sus saqueos y desmanes, atacando pueblos y ciudades en busca de oro y riquezas.

Uno de los caudillos Galos, conocido como Brenno, llegó a las puertas de Roma y venció a las poderosas legiones en Alia. Sin más oposición que las puertas de la ciudad, Brenno entro en la misma; su comportamiento sería registrado y conocido como una «actuación bárbara», debido a ello y después de ese día todos los pueblos diferentes a los romanos fueron llamados bárbaros (aunque se sabe que ya los Griegos llamaban bárbaro a todo aquel diferente a ellos). Estos galos derruyeron la ciudad y la sometieron al pillaje. Fue un 18 de Julio del 387 a.C.,  día que para la historia de Roma, llegó a llamarse “dies ater” (el día negro).

La lección aprendida gracias a los Galos, permitiría Roma crecer y expandirse hasta los confines del mundo conocido y tal como sabemos esa situación no se repetiría hasta mucho tiempo después, cuando ya Roma no era una potencia militar.

Créditos: imagen obtenida de Wikipedia, autor: José Ramón Polo López.