Cada cultura antigua encierre misterio y enigmas que no han podido ser develados por las investigaciones modernas. Existe un sinnúmero de teorías para explicar diversos fenómenos que cambiaron el curso de la historia de estas civilizaciones, convirtiéndolas en verdaderas maravillas y en otros casos, originando su misteriosa desaparición. Sin embargo, hay un misterio que parece recurrente en muchas culturas antiguas, y este está relacionado a la presencia e extrañas figuras y luces que recorren el cielo y que han sido descritas con mucha precisión.
Un ejemplo de estas descripciones aparece en el enigmático papiro de Tulli, que según se cree se encuentra en el museo del Vaticano y que formó parte de los anales reales de Tutnosis III (hace unos tres mil cuatrocientos años) Se trata de un viejo manuscrito de 18 por 20 centímetros ¿cuál es su misterio? Sencillo, da cuenta de la aparición de una extraña circunferencia de fuego en el cielo y las extrañas consecuencias que ella produjo, la lluvia de peces y aves. En otras palabras, se trata del primer testimonio OVNI de la Antigüedad.
Este documento fue encontrado e interpretado por Boris Rachewiltz y recibe su nombre en honor de su comprador, Alberto Tulli, quien en aquella época desempeñaba el cargo de Jjefe de la Sección Egipcia de las colecciones del Museo Vaticano. Tulli desempeñó este cargo durante la década de los 30, y fue precisamente en el año 1934 cuando adquirió este vetusto papiro a un anticuario llamado Tano, por una cantidad de dinero que hasta hoy es desconocida. Luego de su muerte, todas las posesiones de Alberto Tulli, incluido este misterioso artículo, pasaron a ser propiedad de su hermano, el sacerdote Gustave Tulli. Y es en este momento de la historia cuando se pierde la pista de tan extraño manuscrito.
Sin embargo, existe otra versión de esta fascinante historia, que señala que el papiro, no pudo ser comprado por Alberto Tulli, debido a que el precio que pedían era muy alto. Pero el profesor Tulli copió parte del texto, el mismo que después sería trascrito del hierático al jeroglífico, gracias a la ayuda del director del Museo del Cairo, abad E. Dril ton. Pese a este giro en su historia, igual se señala que el papiro ilustraba una serie de apariciones de objetos misteriosos en el cielo, los cuales fueron observados por el Faraón Thuthmosis III y muchos de sus súbditos.
Ambas versiones también señalan que el papiro presentaba manchas o borraduras en puntos especiales del texto, incluso en el documento original, borraduras que parecían haber sido realizadas para evitar que aquel extraño episodio fuese comprensible.
Tal como sucedió con la construcción en el Valle de los Reyes de la tumba de Tutmosis, en donde una inscripción de la época señala que «nadie oyó nada y nadie vio nada», el enigma que envuelve al papiro Tulli ha sido cubierto con la misma cortina de misterio, hasta convertirse en una especie de secreto.
Pese al esfuerzo y a varios años de infructuosa búsqueda, nadie ha sido capaz de descubrir dónde se encuentra el misterioso papiro y es más, en 1969 Gianfranco Molli nego su existencia. Lo más curioso de todo, es que los propios encargados del Museo Vaticano afirmaron que el papiro en cuestión nunca fue catalogado como fondo de la colección egipcia, y que ni siquiera llegó a figurar como un objeto perdido. La negativa de su existencia dio origen a un rumor que parecía indicar que este precioso manuscrito iba a ser mostrado al público durante una exposición monográfica de la diosa Isis en 1997 en Turín. Pero todo terminó en un mero rumor arqueológico.
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