Erika: La chica que resucitó

La joven Erika González, originaria de la ciudad de Monclova, Coahuila. México. Vivió cinco minutos en el umbral de la muerte.

Zócalo
Fuente de Foto: Zócalo

En una fecha del 22 de abril de 2003, a las 11:00 p. m., la jovencita espero que su padre partiera a su trabajo en el turno nocturno, acudió a la cocina y aplico insecticida, produciendo el cierre de sus pulmones al inhalar los químicos tóxicos del veneno. Provocando con sus síntomas que fuera llevada por su familia a la clínica # 7 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se le aplico cortisona, rehabilitando sus pulmones, los médicos les explicaron claramente que estos órganos permanecerían sensibles, por lo cual debería evitar la profunda inhalación.

Tan sólo transcurrieron 24 horas cuando Erika tomaba un baño, la compañía de gas acudió a su domicilio a hacer el llenado, provocando una leve fuga de gas, los pulmones de Erika no resistieron y pronto se vio tendida en el suelo, los familiares la trasladaron al hospital y cuenta ella misma que fue testigo de todo lo que ocurría, aún lleva garbado en su memoria aquellas palabras cruciales en el quirófano: “Ya dejo de respirar”, “Doctos se acaba el oxigeno”, “Nada se pudo hacer, su hija ha muerto”.

Los médicos dieron el parte de su fallecimiento, Erika veía como se le declaraba sin vida y poco a poco fueron disminuyendo los esfuerzos en aquel quirófano, los rostros de enfermeras y médicos ante la congoja de un paciente que les escapaba, la joven no podía creerlo, por más esfuerzos que hacía no lograba moverse, trató de gritar, pero sus palabras no fueron escuchadas, ni siquiera era capaz de mover sus parpados.

Erika González fue testigo de todo, su cuerpo dejaba toda actividad, pero su conciencia seguía intocable. Recuerda como su madre envuelta en llanto se aferraba a sus pies gritándole que no se fuera, de cómo hacía alusión a lo fría que se iba poniendo, sin embargo, la joven pudo ver como su padre tratando de fingir fortaleza, cerro con su mano los ojos de su hija: “Papá no cierres mis ojos, no estoy muerta”, ella gritaba pero nadie la escuchaba.

La sábana blanca la cubrió hasta su cabeza mientras seguía escuchando el drama familiar. Erika escucho cada frase angustiosa y el sufrimiento de sus padres por su fallecimiento, pero ella gritaba y gritaba suplicando por su vida. Ver el sufrimiento de sus padres lo que la aferraba a no entregarse a la muerte, no por el momento. Veía como su madre inconsolable lloraba y su padre en silencio cargaba el dolor; fue hasta que un espasmo de desesperación la hizo toser, dándose así cuenta de que aún vivía.

Los médicos registraron 5 minutos de su muerte, quedando el enigma aún, hace 6 años, que esta joven presento el cuadro perfecto de la muerte, nulos reflejos vitales, nulo funcionamiento de su organismo y el enfriamiento paulatino de un cuerpo sin vida. Pero la historia ha registrado este acontecimiento ya que aún vive en su ciudad natal, gozando de esta segunda oportunidad que le brindo la existencia.

Fuente: Zócalo

5 comentarios en «Erika: La chica que resucitó»

  1. Realmente es un relato que atrapa al lector y esos padres se sentirán elegidos, porque no es chico regalo ,que un ser querido regrese del más allá.Gracias por el aporte.

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  2. La experiencia de Erika en los momentos desesperantes y eternos de su «muerte» no chingu3n ni me lo quiero imaginar, que feo no tener posibilidad de acción y sentir todo ay wey

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