Un grupo de investigadores malogrado deducir los que una persona está mirando a partir de lo que pasa en su cerebro. Algo así como una neuro – tele que nos trasmite lo que el portador esta viendo.
De esta manera los neurocientíficos aprenden a decodificar procesos cerebrales cada vez de mejor manera y a traducirlos así en percepciones, comportamientos, procesos cognitivos, rasgos psicológicos o emociones.
Y a través de las múltiples aplicaciones de este tipo y ayudándose con escáneres cerebrales para detectar mentiras y buscar recursos subconscientes, hasta fármacos se puede lograr mejorar la capacidad de aprendizaje.
Entender como funciona el cerebro implica también la posibilidad de manipularlo no solo para curarlo, como se hace en a actualidad, sino para modificar rasgos de tipo cognitivo. En este tema los científicos han puesto la luz roja y los más criticados en este aspecto han creado ya un nuevo concepto: la libertad cognitiva.
El cerebro soy yo y yo soy mi cerebro, dicen los neurocientíficos. El alma es el cerebro. No somos razón y corazón, solo cerebro.
Por supuesto que cuando se consiga entender el lenguaje del cerebro, y cómo de entre las conexiones entre distintas neuronas y diferentes redes neuronales emergen las sensaciones, loo sentimientos y finalmente la conciencia, en ese momento se habrá llegado al punto final.
Conocer el código llave de un cerebro sería como saberlo todo de su dueño, se sabría como reaccionara su dueño ante determinado estimulo (una información muy útil para los publicitarios, no en vano se creo el neuromarketing) qué decisión llevaran a cabo o que recuerdos prefieren borrar.
Las técnicas para visualizar el cerebro humano en acción aparecieron en los años noventa. Una de ellas es la PET (Tomografía por Emisión de Positrones) que detecta la áreas más activas del cerebro en cada momento por su consumo de glucosa –al sujeto se le administra glucosa marcada con un trazador que mide una señal radiactiva-.otra es la resonancia magnética nuclear funcional, que se basa en la respuesta de la hemoglobina a un campo magnético para ver cómo cambia el flujo sanguíneo en las áreas cerebrales y así medir su actividad durante el desarrollo de distintas áreas. Y también se utiliza con frecuencia el electroencefalograma, con el cual se detectan las ondas cerebrales, la actividad electrónica de las neuronas, en la zona donde se sitúan los electrodos.
Mediante estas técnicas se pueden estudiar en que áreas del cerebro se encuentra la memoria, las emociones.
Hace un par de años, se realizo un trabajo dedicado a encontrar las diferencias en el funcionamiento de un cerebro liberal frente a otro conservador. Y se descubrió que el primero reaccionaba más ante los cambios que el segundo, que era más rígido.
En la actualidad el pedido de los neurocientíficos es que las cuestiones de la neurótica sean debatidas tanto como lo son las relativas a la intimidad genética. Ellos aclaran que es necesario alertar de que las posibilidades de que la neurociencia puedan crear problemas éticos empieza a existir y que es necesario abrir un dialogo cinético y social sobre el tema.
Imagen de la mente
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