En el transcurso de la historia los abanicos han sido usados en una gran variedad de áreas, por ejemplo, en el antiguo Egipto, de donde son originarios, fueros exclusivamente usados como herramientas que los esclavos utilizaban para ventilar a las clases altas. Aunque la mayoría de países y culturas los incorporó en áreas como la danza, la moda o incluso en rituales religiosos, en Japón serían desarrollados como armas para la guerra.
El abanico formaba parte del equipamiento para distintas clases y rangos de soldados, y existían tres variedades. El “gunbai” era exclusivo de oficiales de alto rango, era un gran abanico de material macizo, usualmente madera o hierro, y era utilizado como escudo para evitar flechas, a manera de sombrilla y para dar órdenes a las tropas a través de señalizaciones.
Otro tipo de abanico de guerra era el “gunsen”, que era utilizado por guerreros promedio, y aunque su fin esencialmente era para ventilarse, también podía ser usado a modo de pequeño escudo para, de similar forma al anterior, evitar flechas. Eran construidos de materiales menos macizos y resistentes que el “gunbai”.
El “tessen” era parte del arsenal del samurái, y lo usaban con gran versatilidad. Tenían la habilidad de no solo usarlo para protegerse evitando flechas y dardos enemigos, sino que también podían usarlo como arma para contraatacar e incluso lanzarlo como una arma arrojadiza, dado que este abanico tenía como cualidad especial el estar hecho de finas y fuertes placas de hierro.
Incluso hubo escuelas donde se desarrollaron disciplinas de combate usando el “tessen”. Uno de los aspectos que hacía más interesante a este abanico en particular, es que estaba diseñado de tal forma que cuando estuviese plegado, pareciese un abanico convencional, lo que facultaba a su usuario siempre portarlo, incluso en los lugares donde no se permitían armas.